BUTTMAN y una audaz estrategia de marketing

Los morbosos lo conocemos: BUTTMAN, el architípico sex shop de la zona de Once, en CABA, acaba de innovar fuertemente en las últimas semanas. A su mega local de vitrinas repletas de una gran variedad de juguetes sexuales, con luces bajas y maniquíes que hacen las veces de inmóbiles amantes convenientes, se le suma otro atractivo, uno que cumple con todas las virtudes que puede requerir una estrategia de comunicación pregnante: sus nuevas "confesiones".
Cada semana los seguidores de BUTTMAN envían sus confesiones sexuales más sórdidas al Instagram de la marca, y estas confesiones son publicadas en las historias. Se trata de una pléyade de secretos, aventuras clandestinas, anécdotas con juguetes, tríos, morbos personales, infidelidades, palabras soeces y guarangas, que tiene a los buttmanianos bien calientes, deseosos de darse una vuelta por el gran local de Corrientes 2021. Incluso ya están pidiendo frenéticamente armar un grupo de whatsapp con todos los recientemente adictos a las confesiones en BUTTMAN, y a pesar de que la marca se ha negado a crear el grupo en un primer momento, ya que las confesiones son anónimas, lanzó una encuesta para testear esta posibilidad y el resultado fue un abrumador 92 % afirmativo.









Soy gran cultor de la pornografía (entendida no solo como videos en internet, sino como libros, textos, etc), pero que los seguidores de la marca se relacionen entre si contándose sus chanchadas más top secret es algo que me parece sencillamente curioso y fascinante. BUTTMAN ha logrado que sus consumidores creen en cosa de un par de semanas una especie de comunidad en Instagram, de individuos más o menos conectados entre sí se suelten y aprovechen para contarse intimidades, como una especie de cofradía de morbosos que en el anonimato se sienten liberados para comparar con otros sus perversiones y manías, incluso haciendo pedidos explícitos de conocer a "el que hizo el trío tal" o "el que tiene ganas de probar tal cosa", acariciando la ilusión de que el confesionario sea una especie de solos y solas hardporn. Los adeptos leen las confesiones en el baño, sus trabajos, la facultad, las leen incluso en pareja o con sus amantes, y hasta han afirmado que contarse sus historias ha desatado en sus compañeros de camas verdaderas ínfulas que devienen en horas de sexo de calidad. ¿De donde sale esta cálida y generosa confraternización de puerquitos y puerquitas? Todos tenemos una historia que contar y una fantasía inconclusa y/o realizada.










La confesión, el talk show express, el "a mí también me pasó", como concepto, crea la ilusión (o acaso... ¿realidad?) de comunión e identificación con los otros, abrigados todos bajo el paraguas de la marca que posibilita esa experiencia (palabra clave en el mundo del marketing de hoy, donde las marcas no llegan al consumidor final solo con publicidad tradicional como un aviso, sino con contenidos que puedan ser de interés para el susodicho, como una inducción a la compra). Asistimos pues al fenómeno sexy, como sacado de una película de Tinto Brass, de que unos genios de las redes le han sacado el 100 % de efectividad a promover un espacio para que sus potenciales clientes se sientan libres y sin prejuicios de calentarse entre si, simplemente con el mero acto de la confesión, de escribir, incluso de "contar", sabiendo que hay lectores frescos para sus andanzas, y sintiendo que la oportunidad de confesarse inevitablemente los vuelve protagonistas frente a la mirada de. El sexo no solo vende, sino que une, y eso es algo que BUTTMAN ha aprovechado de forma audaz.
Mis felicitaciones a las cabecitas calientes detrás de esta estrategia, y que sigan las confesiones más calientes.

¿Y vos? No seré BUTTMAN, pero quisiera saber tu fantasía. ¿Qué es lo más loco que hiciste alguna vez con alguien? Bienvenido sean los espacios sórdidos para susurrar actos sucios, porque el mundo nos lo debe.








Mis mejores cagazos: 10 pelis que el mundo te debe este Halloween



Sí, pertenezco a esos enfermos que aman las pelis de terror aunque terminen sugestionados y con temor a ver debajo de la cama. A esos que saben muy bien que ese es un actor maquillado, pero se lleva esa imagen en el cerebro al poner la cabeza en la almohada, y "el actor maquillado" acecha en sueños con su maquillaje y sus prótesis lúgubres. Soy de los frikis que aman este género masivo, popular, que oscila entre lo sofisticado y el pulp fiction y que desgraciadamente está en decadencia desde que todas las películas de terror son versiones malas de El Exorcista, géisers de sangre sin suspenso o películas con guiones de medio pelo con rubias muertas y otros lugares comunes.
Llega Halloween como todos los años, con su estética extravagante y cosmopolita, y alimenta con sus estética macabra las fiestas de los boliches, negocios y restaurantes, y la programación de canales como I-sat, Space, VH1. Pero también inspira programaciones y listas personales como la que Lo que el mundo nos debe ofrece amablemente a sus lectores. ¿Qué tiene que tener una película de terror para ser inolvidable? ¿Tienen en claro por qué les gusta o por qué no de las películas de terror? El género temido, del que todos los sensibles se alejan, sigue cosechando a pesar de su decadencia adeptos, fieles, devotos, y no solo simplemente fans. De mí, para ustedes, mi selección personal:


1. Cementerio de Animales (Pet Sematery, Mary Lambert, 1983)
Primero que ninguna, mi película de terror favorita. Se trata de la adaptación de la novela homónima de Stephen King, y es la historia de una típica familia americana, los Reed, que se mudan a una casa al ras de una ruta en donde todas las mascotas de los niños del pueblo han muerto arrolladas por camiones. Un vecino del lugar les cuenta la historia del Cementerio de Animales construido por los niños nativos, donde se entierran los animales muertos, víctimas de la fatídica ruta.
Un día a Church, el gato de la familia Reed, le llega su turno, y el vecino le recomienda a Louie, padre de la familia, que entierre a Church en el terreno detrás del cementerio: un suelo pedregoso, el cual fue lugar sagrado de los indios de la tribu Micmac. Al día siguiente Church vuelve a la vida... pero muy cambiado. Está agresivo, sus ojos adquieren un brillo extraño, y despide un olor nauseabundo...
Esta película no solo es aterradora, es angustiante. Habla de la muerte y de la pérdida de los seres amados como un circunstancia no solo triste, sino escalofriante. "A veces la muerte es mejor" reza el leitmotiv del film.
Siempre hice una diferenciación entre el terror y el horror. El terror requiere un elemento de sorpresa, de susto, que no nos da tiempo a taparnos los ojos. El horror está en un plano largo, que permite apreciar una imagen siniestra y mirarla detenidamente, y dimensionar el caos y la oscuridad que evoca, hasta querer taparnos los ojos y no ver. En el primer caso no llegamos a taparnos los ojos por no poder prevenir la sorpresa, en el segundo nos los tapamos cuando no aguantamos más lo que vemos. La imagen huesuda de Zelda, la hermana enferma de la esposa de Louie, y el zoom que hace la cámara mientras suelta su cantito: "Racheeeel". Al cine de terror actual le falta dejarnos contemplar el terror, además de darnos un susto. Eso rescato de Cementerio de Animales y espero que su próxima remake, anunciada para 2019 y que ya tiene su trailer en youtube, mantenga esos elementos. Va el trailer por si lo quieren ver : https://www.youtube.com/watch?v=Poj509wGquA
También rescato la impecable banda sonora, que combina un piano melancólico con voces aniñadas y macabras, evocando acaso las voces de todos esos niños que despiden a sus mascotas cuando la película comienza. Por otro lado, el film corta el terror de su última imagen con el tema "Pet Sematery" que Los Ramones compusieron para este film.


2. El bebe de Rosemary (Rosemary´s Baby, Roman Polansky, 1968)
Protagonizada por la impecable Mia Farrow, el clásico de Polansky me hizo vivir una experiencia a tono con el universo que plantea, un universo soleado, neoyorkino e inofensivo en una ciudad en permanente movimiento, donde sin que nosotros lo sepamos, en algún rincón, en algún edificio, en algún departamento de alguna pareja común podría estar el demonio escondido bajo una forma inimaginable y nosotros sin saberlo. Vi la mitad de esta película una noche de sábado, estando aun en la secundaria, y la segunda mitad al otro día en una soleada tarde de domingo: me asusté mucho más mientras el sol brillaba, ante la idea de que en algún lugar iluminado y blanco podría acechar algo horrendo. Eso es todo un mérito.
Rosemary se muda con su novio actor a un edificio de New York, donde hay unos extrañísimos vecinos. En seguida la carrera de actor de su novio comienza a despegar, al tiempo en que Rosemary queda embarazada y extraños hechos como muertes repentinas se suceden a su alrededor. Entre sueños, una extraña criatura parece violarla a la vista de sus extraños vecinos, y luego la imagen neblinosa de una cuna negra se sucede. Rosemary intenta pedir ayuda, se siente perseguida y acechada, pero nadie le cree o no quieren creerle. Brujería, sectas y largos pasillos sombríos.



Esta película llena de terror psicológico, basada en la novela de Ira Levin, plantea un tópico propio de finales de los 60´ y principios de los 70´ en el cine de terror: el mal, en su forma menos esperada. Así como en el Exorcista es una niña inocente poseída por un demonio y en la Profecía es un extraño y siniestro niño, el clásico de Polansky ubica el terror en el habitante de una cuna negra.
Si tienen huevos, apaguen la luz de sus casas y escuchen la canción de cuna cantada por Mia Farrow, el leitmotiv de la película. Vemos si duermen. : https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=RhL0ichtZjQ
La película fue nominada al Oscar por Mejor Guión Adaptado.


3. Eso (It, Tommy Lee Wallace, 1990)
Sí, me gusta muchísimo más la vieja.
Casi todos conocemos la historia del clásico de Stephen King: un extraño ser sobrenatural que emerge de un mundo subterráneo cada 30 años acecha a un grupo de jóvenes amigos que se unen para intentar derrotarlo. Se cree que esta película logró generalizar en los niños un tremendo terror por los payasos, ya que es esta la forma que el monstruo adopta en general para aparecerse frente a los niños. El monstruo se alimenta del miedo, y elige para aterrarlos muchas otras formas: las de una vieja putrefacta, un globo que revienta empapando a todos de sangre, un hombre lobo y otras más.
En 2017 se estrenó la primera parte de la remake. En líneas generales la película es correcta, pero a todos pareció fascinante su mayor fidelidad al texto original y la actuación del actor Bill Skarsgard como el terrible payaso Pennywise, aunque en Argentina particularmente puede deberse el entusiasmo a que su director Adrián Muschetti sea argentino, y al espíritu nacionalista y triunfalista del argento promedio. Además, esta nueva versión se considera menos "lavada" que la primera, con más efectos y por algún motivo que no logro entender "más terrorífica"  debido a esto último. Otra de las decisiones que se tomaron para este nuevo payaso asesino, es diseñarle un atuendo mucho más anacrónico y extravagante, apelando a que esta criatura viene de matar a lo largo de muchas épocas históricas, y por lo tanto su vestuario parece más el de un payaso de la Italia renacentista que la de uno que "tranquilamente podría ser Ronald McDonald" según la descripción que King hace del personaje en su libro.
Para mí, lo terrorífico de la versión de 1990 es la falta de sofisticaciones que dota a la película de un aire de relativa proximidad, así como también el hecho de que Tim Curry,  el actor que personifica al payaso, realmente parece un payaso que podríamos encontrar en cualquier lugar, y eso instala la idea de que cualquier payaso del mundo normal podría matarnos. Extrañar lo que consideramos inofensivo y cotidiano es uno de los grandes recursos del terror. Si bien Skarsgard hace un buen intento por crear a un Pennywise interesante, juega constantemente a mostrarse amenazante, mientras que Tim Curry dotaba a su payaso de miles de matices, incluso de momentos donde se lo veía risueño y amable como en la escena de la boca de tormentas antes de matar a Georgie, el hermano de Bill, uno de los protagonistas. Curry es un extraordinario actor, poco reconocido para mi gusto, y que ha hecho de Pennywise una de sus mejores creaciones. La película de Muschetti es quizás más fiel, pero menos aterradora en su intento por ser "más sofisticada" para superar los efectos precarios de la primer versión.


4. Suspiria (Darío Argento, 1977)

Con esta película descubrí el mundillo del terror italiano, más precisamente del giallo , ese subgenero de terror que hace un importante hincapié en la pregnancia de imágenes intensas y estilizadas más que en argumentos sólidos o desarrollados; por el contrario, las tramas giallo están llenas de golpes de efecto y clichés. Esta definición, tan a fin a Lo que el mundo nos debe, parece la carátula de un cine de poca monta o que no merece ser tenido en cuenta. Nada de eso, porque la historia de esta bailarina que se recluye en un internado a estudiar danzas clásicas, sin adivinar que este está dirigido por una secta de brujas, contiene una violencia visual sin precedentes. Estéticamente el film es sobresaliente, con sus colores rojos y verdes y sus estrafalarios decorados de colores magenta. Toda la película tenemos la sensación de estar metidos en un espacio rarísimo, acompañando a la protagonista por un laberinto de asesinatos con toques geométricos y líneas rectas que parecen inspirarse en el expresionismo alemán para extrañar el ámbito en el que las bailarinas son acechadas por el mal . La banda sonora de esta película, con sus golpes repetitivos y sus voces gimientes tarareando, completan la experiencia sensorial.
Esta película inició mi amor por el cineasta Darío Argento, siendo Suspiria la primera de la trilogía de "Las tres madres", cuyo tema central es el poder de tres brujas (una por film) que simbolizan la fuerza letal y oscura de la energía femenina bajo el arquetipo de la madre terrible. Estas tres brujas son poderosas líderes de cultos fanáticos, y como madres, alimentan a sus esbirros con el regodeo por sus crímenes violentos.
Efectismo, bizarrés, y escalofríos a la italiana. ¡No se lo pierdan!







6. Tales From the Creep.
Mi amado Guardián de la Cripta. Esta serie de televisión, estos cuentos unitarios de terror, presentados por este esqueleto putrefacto lleno de humor negro, me divirtieron y aterrorizaron durante la infancia y aun hoy, y fueron mi puerta de entrada a un género que hoy amo.
Este ciclo, un éxito de la televisión yankee de los 80´ y 90´ dirigido por el genial Robert Zemeckis (La muerte le sienta bien, Quién engañó a Roger Rabbit?), contiene elencos rotativos y sus historias tienen tramas variadas. La mayoría de ellas pueden verse hoy en youtube, y les señalo alguna de mis favoritas:
"Y por toda la casa", una mujer asesina a su marido en Navidad y planea salirse con la suya, sin imaginar que un loco que cree ser Santa Claus escapó de un manicomio cercano y esta suelto dentro de su propia casa.
"Pecado profundo", una trepadora prostituta neoyorkina vende su belleza a cambio de dinero para desplumar a un yuppie acaudalado. Muy pronto, créanme, se arrepiente de la transacción.
"Qué están cocinando?" cuando un local de comidas con pescado está al borde de la ruina, uno de los colaboradores cree tener una solución: cocinar usando la carne de las personas que comienza a matar.
"99, 44 % de puro horror", ¿alguna vez se preguntaron cómo está echo el jabón? Esta rubia fatal cree poder escapar de un asesinato, pero digamos que no va a poder "limpiar" el rastro del delito.

7. Halloween (John Carpenter, 1978)



Palabras mayores, y a mi gusto la mejor película y saga del subgénero de terror slasher es decir, donde el centro del conflicto es un asesino psicópata que corre adolescentes a cuchilladas. Además de ser un ícono del cine de terror, esta película hizo entrar a la industria a la actriz Jamie Lee Curtis.
El asesino en cuestión es Michael Myers, un ser que desde su niñez está lleno de maldad y violencia, y es encerrado en una institución luego de asesinar a su hermana un 31 de Octubre. Dentro de su cerebro no hay nada más que ganas de matar; no siente, no piensa, no teme a nada. A pesar de los incansables intentos por darle muerte, Michael siempre vuelve el 31 de octubre y aterroriza al vecindario. Fue la primer película en instalar el recurso de que el villano "siempre vuelve" aunque intenten matarlo, alegoría de la imposibilidad de acabar con la oscuridad consustancial a la condición humana.
Vale recalcar  que está dirigida por el maestro del terror John Carpetener, también compositor del icónico tema musical de la saga. Muy pronto se reestrena la remake de el film original, nuevamente dirigido por Carpenter, luego de que la saga fuera abordada en una versión que realizó Rob Zombie. El maestro se pone nuevamente al frente de esta escalofriante historia para demostrar por qué él dirigió la primera.
Algo que me atrae de Halloween es que pertenece a esa categoría de películas "de explotación" echas con un presupuesto que para los estándares estadounidenses es bajo ($ 300.000) y recaudó más de $ 47.000.000. Más allá de que corresponde a un tipo de cine efectista y esforzado por buscar la reacción fácil a toda costa, creo que es un film filmado con inteligencia y que marcó una seguidilla de tópicos, a partir de los cuales se generaron muchas películas similares. Incluyendo a la innecesaria Viernes 13, porque donde hay un Michael Myers, ¿para que está un Jason Voorhees? Ambos son grandotes duros, silenciosos, toscos y asesinos. Pero Myers es tanto más interesante y sus películas tanto más escalofriantes que hacen que Viernes 13 merezca la categoría de cine wannabe. 

8. La Masacre de Texas (The Texas Chain Saw Masacre, Tobe Hooper, 1974)



Definitivamente una experiencia aterradora como espectador. Estamos ante otra película filmada con  $ 140.000 y que recaudó alrededor de $ 30.000.000. Y toda su estética de bajo presupuesto, sus imágenes toscas, su estética ocre y barata, de piel y ganchos de metal, sus colores desbalanceados e imágenes saturadas, forman parte del universo que el film construye. Lo barato, lo modesto, los bajos recursos, tienen una proximidad que los grandes efectos echos por estudios de grandes presupuestos no pueden lograr. Incluso cuando hay cosas que se ven falsas. Fellini decía que "lo artificioso es lo que más se parece a los sueños", y yo agregaría "y a las pesadillas también".


Mezcla de película de terror y road movie la película cuenta la historia de un grupo de amigos que viajan a Texas para revisar la tumba de un familiar de dos de ellos, la cual, según se dice, ha sido profanada. Pero lo que no se imaginan es que en ese campo desolado, de pasto y espigas, los acecha una horrorosa familia caníbal, que atrapa incautos y se los cena. En un viejo caserón, rodeado de cuchillos, huesos y colmillos de animales, está Leatherface o "cara de cuero", un grandulón bruto, incapaz de articular palabra con una máscara echa de piel humana cocida, que con su motocierra persigue a los incautos amigos. No temo spoilear si digo que solo uno de ellos sobrevive, ya que sabemos que el código en estas películas es participar del sacrificio ritual que implica ver como las presas son cazadas. Solo diré que después del horror que el protagonista sobreviviente pasa en ese día y esa noche de espanto, sentí un alivio inmenso al ver cómo lograba escapar, a pesar de que su risa llena de locura delata que su juicio queda totalmente quebrado luego de vivir todo ese espanto, y es el sonido ideal para coronar el film: así como se ha quebrado todo rastro de civilización en ese campo de caníbales, también parece borrarse todo atisbo de razón, y el único sobreviviente escapa habiendo perdido el juicio contemplando hombres deglutiendo a otros hombres como el fin total de todo pacto de convivencia imaginable en el mundo.
La película, exponente del género gore, es terrorífica al tiempo que tiene secuencias casi graciosas. Leatherface correteando gente con su delantal y su cuerpo gigante, blandiendo su motocierra de la que brota ese conocido sonido chirriante y monocorde, mientras la víctima corre por el campo gritando, recuerda momentáneamente a un ritmo bennyhillieano. Toda la secuencia final es tan horrenda como desopilante.
No se la pierdan.

9. Jeeper Creepers (2001, Victor Salva)



La única película no tan retro en mi listado, también atravesada por la estética de la road movie.
Esta producción de Francis Ford Coppola dirigida por Víctor Salva no es considerada una gran película de terror, pero Lo que el mundo nos debe viene en su rescate.
Dos hermanos van por la ruta, jugando a molestarse como cualquier hermano y hermana, cuando registran que por la misma ruta por la que no viene nadie más que ellos aparece un gran camión viejo y oxidado. Más adelante reconocen el mismo camión en una antigua iglesia abandonada y a un extraño individuo encapotado, con sobretodo, sombrero y su rostro oculto, manipulando un bulto que a simple vista parecería ser un cuerpo humano. El extraño se da cuenta de que lo han visto, y a partir de ese momento intentará cazarlos. Resulta que se trata de un rarísimo demonio alado que come partes humanas para reponer las propias.
La película está llena de un gran suspenso y de una buena cuota de acción. Es cierto que una de sus llamativos huecos es que no se explica muy bien de donde viene la extraña criatura que colecciona todos esos cuerpos dentro de esa capilla lúgubre, ni tampoco se explica su relación con la canción "Jeepers Creepers", pero esa también es una de sus fortalezas. La película apela a que lo realmente terrorífico es lo desconocido que irrumpe en mitad de lo que consideramos normal y aburrido, por ejemplo, una ruta desierta yendo de vacaciones. No sabemos qué es ese monstruo ni de donde salió, solo sabemos que los protagonistas están en peligro, y como no entendemos qué es ese monstruo, tampoco imaginamos cómo se lo combate. El terror acaso necesite siempre un elemento desconocido, inexplicable, se me ocurre que hasta absurdo, algo que la razón no pueda manejar.
La película cuenta con una secuela relativamente buena y con una tercer parte cuyo estreno se pospuso debido a las denuncias por abuso sexual contra su director.


10. Pesadilla en la calle Elm. (Nightame in Elm Steet, Wes Craven, 1984)

Sí, el rey. Más allá de si fue o no una película que me asustó especialmente, creo que es una película siniestra, oscura, y un icono del terror en sí. En realidad esta película debería ir al lado de Halloween por ser también un hito en el cine slasher, pero la ubico al final porque pienso que merece ser un broche de oro.
New Line Cinema fue salvada por la bancarrota con esta película cuya producción tuvo un costo inferior a 2 millones de dolares y recaudó casi 26 millones, dando lugar una larga franquicia de secuelas, merchandaising, posters, muñecos de Freddy Kruger y miles de fetiches que giran en torno a la criatura encarnada por Robert England cuyo rostro está inspirado en una pizza de pepperoni, según contó uno de los encargados de producción artística en un documental.
En Elm Street los adolescentes mueren misteriosamente. Un extravagante y horrible hombre con el rostro calcinado y un guante con cuchillas penetra en los sueños de los jóvenes y los asesina de formas espantosas y sangrientas. Su nombre es Freddy Kruger, un asesino de niños que fue asesinado por los padres de Elm Street para detenerlo, pero vuelve de entre la muerte para atacar a los hijos de sus asesinos donde nadie pueda protegerlos: en el mundo de los sueños. Los adultos de Elm Street no quieren recordar lo ocurrido ni quieren que nadie lo sepa, pero los jóvenes perciben que hasta no detener a Freddy no habrá paz en Elm Street. Nadie puede dormir, porque en cuanto alguien duerma cae en el reino de Freddy, y es ahí donde puede matarte. Pastillas, café, los personajes recurren a cualquier cosa que los aleje de dormir, pero, ¿Cuánto se puede estar despierto para evitar una muerte espantosa?
La película tuvo una larga cadena de secuelas, donde Freddy siempre se vale de sus mil formas de matar en el mundo del inconsciente y de su humor grotesco para ser un personaje inolvidable. Tuvo incluso su confrontación con Jason en la película Freddy vs. Jason donde ambos slasher stars se complementaban para hacerle la vida imposible a un grupo de jóvenes y terminaban enfrentándose entre sí, un poco disputándose el título de el rey de los asesinos de películas de terror.
El hecho de que Freddy haya sido muerto por padres de sus víctimas, que son niños; el echo de que mate entrando a los sueños (no hay acto más invasivo de la intimidad) y su energía depravada, homologan la figura de Freddy a la de un violador de menores. "Mis niños", dice irónico Freddy, y es hasta repugnante en su regodeo. El "asesino de los sueños" es el embajador de un género donde la acechanza en las sombras es la piedra angular, y a pesar de las múltiples veces en las que fue muerto, siempre ha vuelto y siempre volverá.

A lo largo de los años, el cine de terror ha tenido infinidad de matices y subgéneros. Nunca fue ni sera considerado por los académicos un cine prestigioso, que merezca ser tomado en serio, sino simplemente como una sucesión masturbatoria de imágenes morbosas y clichés. Yo digo que si una sucesión de morbo y clichés es tan demandada y amada por tantas personas, definitivamente debe ser tomada y analizada en serio, independientemente de que nos guste o no, porque algo tiene que es mirado, a algo muy profundo de las personas debe apelar para constituir uno de los principales géneros elegidos por los grandes públicos. Algo viene a decirnos este gusto por la sangre, el mal, las sombras. Algo activa en nosotros este miedo y este atrevimiento de abrir puertas cerradas, apagar la luz, invocar en cada "play" y con cada ticket a las fuerzas del demonio y de la muerte, y pagar con sugestión el precio por vivir la experiencia ultrasensorial de carne chamuscada, gritos nocturnos y maldiciones eternas. Seguro faltan muchas películas buenas en este listado, pero con motivo de esta fecha especial, Lo que el mundo nos debe decidió hacer esta breve selección y ofrecérsela a nuestros queridos morbosos.
¿Conocés alguna de estas películas? ¿Cuál es tu película de horror favorita? (si, la referencia a Scream es intencional) Me interesa que me cuentes estas cosas. Hay que hablar del terror, y su cine pochoclero y de culto, porque el mundo nos lo debe.

Feliz Halloween y unpleasant dreams! (es también intencional el homenaje a Elvira).



LA BELLE POP: descubrí una fiesta distinta en el corazón del microcentro porteño.


La Belle Époque fue un período de la historia de Europa comprendido entre el final de la Guerra franco-prusiana en 1871 y el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, caracterizado por el optimismo y la fe en el progreso de una Europa optimista, que veía su recuperación de una etapa oscura de su historia. La "bella época" quiere decir. Pero la BELLE POP viene a hablarnos de otra época igualmente recordada como "bella": los años 80´s. ¿Cómo lo logra? Lo hace siendo una versión estallada, underground y de bolsillo de toda esa energía. 
De por si, uno de los mayores aciertos para definir la fiesta, el lugar, el clima del evento que tiene lugar todos los sábados después de la medianoche, es su nombre: "Belle Pop" propone un maridaje entre una palabra francesa (cuya comprensión es restringida, o por lo menos, sofisticada) con "pop", una palabra conocida por todos y que de hecho, apela a ser eso: para todos, mainstream. Lo estilizado (como estilizados fueron los 80´s) y lo accesible. ¿Por qué elijo hablar de esto acá? Porque creo que es una fiesta absolutamente afín al espíritu de Lo que el mundo nos debe. 
Hablemos del lugar: San Martín 678, Ultra Bar. Por fuera una edificación alta, algo señorial, hasta me resultó intimidante la primera vez: alta y silenciosa, imponente, con unas gruesas columnas rectangulares delante de la entrada, todo bañado por la luz fría de la calle. Pero al entrar cambia todo: no hay luces claras brillantes, hay oscuridad cómoda y un amable guardarropas donde te cuidan abrigo y bolso. Apertura 23:00, happy hour hasta la 01:00, después de eso se paga una entrada de $ 150 que incluye una consumisión. 

A partir de ahí un largo pasillo con mesitas bajo carteles con imágenes de Bowie o Michael Jackson, entre otros, la luz fundamental es la que mana de la barra, donde hay que ir a probar el ruso negro, el blanco y la piel de iguana. La gente de la barra tiene una onda espectacular.

Ya tomaste algo para entrar en ambiente, mientras la banda invitada toca unos temas: seguís el sonido de las guitarras eléctricas y llegas al lugar de donde proviene: el gran patio techado, como de vecindad, con escaleras de material bordó, con macetones en los escalones y mesas y sillas de jardín desparramadas contra un lateral, para sentarse más avanzada la noche. Como si el patio de la vecindad del Chavo hubiera sido tomar por asalto por Abba y Bon Jovi. 

Todo tiene una luz morada, violácea, y unas proyecciones como de neón se clavan en una pared haciendo formas. 

La gente que va a la Belle Pop es una de las mejores cosas. Son gente de entre 25 y 35 años, tranqui pero que se quieren divertir, que conocen los temas y corean los estribillos mientras saltan y hacen pogo. Lo retro como código musical y estético son como una medianera lo bastante alta como para exigirle al pasante que se sepa Don´t you want me baby para participar, pero lo bastante bajo para incluir con camaradería a todo aquel que quiera sumarse a la experiencia. 

Duran Duran, Abba, The Human League, Aretha Franklin, Bon Jovi, Electric Light Orchestra; todos los clásicos inundan el aire, las mesas, las sillas. Y claro que puede llevarse su foto enfiestado gracias a la buena onda de la fotógrafa oficial. 

BELLE POP: una fiesta que se parece a lo que el mundo nos debe. Un intento eficaz por volver a la música de antes (a "el margen" en este mundo obsesionado por lo nuevo) y el hoy (el centro, como el centro en el que esta fiesta transcurre, a la vuelta de las Galerías Pacífico). Una fiesta para todos aquellos que sientan que el mundo les debe una fiesta para ellos. 
Hablando de eso, hace mucho no voy, a corear Living on a prayer agitando la cabeza. 

Sitio en Face: https://www.facebook.com/bellepopbsas
Instagram: @bellepopbsas

¿Por qué hay que ver PARTY MONSTER?

¿Qué tienen en común Macaulay Culkin, el asesinato, la droga y la noche neoyorkina de los años 80? Party Monster. Una historia real, basada en la novela Disco Bloodbath sobre el ascenso y caída de una de las figuras de la diversión nocturna en la historia de New York. 


En el año 2003, los realizadores Fenton Bailey y Randy Barbato (Dos simpáticos locos fundadores de World of Wonder Company) reconstruyeron en un film el universo bizarro y borderline de las discotecas ochentosas de NY para contarnos la truculenta (y llena de brillantina) historia de Michael Alig, uno de los RR.PP. más populares de aquel entonces quien, como Culkin dirá en la película, quería crear su propio mundo: uno donde la diversión durara para siempre. Michael viaja desde su lugar natal a "la gran manzana" y conoce a James St. James (quien será el autor y testigo de Disco Bloodbath), otro gran promotor de fiestas quien lo introduce en la dinámica de la vida nocturna. La vida de Michael será un abanico variopinto de brillo, música, psicodelia, estados alterados de consciencia (drogas), un despertar sexual travieso y cachondo, y luego,  el ocaso que toda estrella debe enfrentar si se precia de tal. La película también relata eso, cómo esas vidas brillantes, glamorosas, llenas de fama y de elogios que las rodea, solo arden un momento hasta apagarse, siendo el brillo solo una mentira agradable. Todo termina en asesinato, y lo sabemos desde que la peli arranca. 

¿Por qué ver esta peli? Porque nos recuerda todo lo que somos capaces de hacer por un momento de brillo




Un párrafo aparte merece la interpretación de Culkin, aquel nene rubio y tierno que veíamos cuando éramos chicos burlar a una pareja de ladrones en 
Mi Pobre Angelito. Acá, la transformación nos da quizás algo de impresión: Culkin parece trabajar durante toda la película la imagen de estar aturdido, con los ojos perdidos, una de esas operaciones efectivas y extra-ficcionales, usando el rostro antes inocente y virginal del niño de la película de Cine Shampoo para hablar del trastorno y el exceso, con pintura, disfraces exagerados y música pop hiper estimulante. Así, la ternura y la alegría del nene incomprendido que queda solo en casa durante Navidad, se convierte en un monstruo, un freak, que empieza siendo sensacional y luego es solo eso: un monstruo. Perdido, sin capacidad de respuestas, pero que no parece querer (o incluso poder) encontrarlas. Solo se suelta en ese laberinto de noche e impulso que es Nueva York. 




La película obtuvo malas críticas en su momento (sí, pero ustedes deberán confiar en Lo que el mundo nos debe y verla con esperanza de ser conmocionados, porque sepa, estimada audiencia: la crítica ha cometido enormes asesinatos innecesarios), siendo considerado su exhibición de lujo kitsch y tedioso como algo banal. La película carece de una estructura demasiado sólida, y parece más un collage de impresiones y color. Pero si no careciera de ese órden, de esa organicidad, no resaltaría tanto su poderoso artificio. Que una película tenga problemas de contenido muchas veces es contenido. Si bien la película fue un fracaso, Robert Ebert, un crítico del Chicago Sun-Times coincidió conmigo (o yo coincidí con él) dándole cuatro de cinco estrellas y elogiando la interpretación de Culkin, llamándola “falta de miedo”, y alegando que la película si bien carece de visión, nos hace sentir tristes y vacíos, no por el protagonista, si no por nosotros mismos, y que “...Tal vez, así tenía que ser.”


Party Monster pretende mirar más allá de cierta ansia de lujo y frivolidad, entender vacíos personales y la búsqueda de satisfacer emociones igualmente vacías. Quizá muchos de los que vean esta obra (sobre todo los jóvenes) envidiarán por un momento a sus protagonistas. Las drogas, esos disfraces llamativos con los que estos dos enfant terribles caminan libremente por las calles hacia las fiestas donde son reyes de la noche, provocan, aunque a la vez generen aversión. Existe una sensación sedosa en querer traspasar los límites razonables, y el filme lo explota todo el tiempo. Nos hace cómplices del fárrago de sus personajes. 

Las estrellas, ni piensan, ni se miden, ni cuestionan: brillan, y las amamos por eso. Las estrellas, una bola de gas que arde a millones de kilómetros de nosotros, nos encandila con su brillo e invita a admirarla en el cielo nocturno y bailar a su ritmo. Hasta que se apague, por consumirse a sí misma. Son esas existencias exaltadas, eyectadas hacia a algún lugar, cayendo hacia delante, a donde sea, y que carecen de fondo o base, las que dan envidia. Porque tener base, tener fondo, es tener entonces límites. Eso gusta, es necesario, pero al mismo tiempo, un enorme bajón.

La Perlita 1: Es imperdible la aparición de Marilyn Manson haciendo de una drag queen totalmente pasada de rosca.



La Perlita 2: James St. James es interpretado por Seth Green, el hombre-lobo de Buffy, la Cazavampiros.



Sentirán un horror incómodo, el filme oscila entre la apología del desenfreno y una bajada de línea moralista en el acto de exhibir el oscuro final de Alig, pero antes de eso reirán, sonreirán, y se divertirán al son de la dinámica bolichera junto a aquellos fenómenos travestidos e ilimitados. Cuanto más desmesurado es alguien, más patética es la caída en donde lo pierde todo. Todo, menos el brillo. 

Para mayor información sobre estos dos locos que han reventado tanto en el celuloide como en la vida real, no se pierdan Party Monster: The Shockumentary.

¿Por qué las bibliotecas siguen teniendo sentido?

Aún me lo debo.

Dedicado al día en que mude
mi biblioteca entera, de la casa de mis padres,
a mi casa. 

Mucho se ha hablado en el último tiempo sobre si el libro digital matará o no al papel, o si el papel está tan afianzado en el público que le ganará al digital en la nano-pugna por el poder. Cuando hacía el curso anual de edición en la Gutenberg, está fue una de las grandes polémicas de varias clases. Me complace concluir que en el futuro al menos cercano, el kindle y el libro convivirán en alegre armonía. Parece que "nadie acabará con los libros" como decía Eco. 
¿Razones? Hay varias. Un libro puede ser valioso no como códice para vehiculizar información y contenido, sino como objeto: libros fotográficos, coffe-table books , libros con un gran contenido visual, una encuadernación con mucho diseño (piensen en libros para más chicos), publicaciones de maqueta compleja como esos libros que recorren en papel satinado y con muchas fotos y colores la historia de algún cuadro de fútbol, etc. Los libros pueden tocarse, hay una sensualidad en acariciar una página escrita que no será reemplazada por la pantalla opaca del kindle, evidentemente. Pero hay otras razones, que me impulsaron a escribir y compartir este breve comentario: un libro digital no se puede "heredar". Al menos no del mismo modo. No hablo de que en un artefacto estén compilados doscientos títulos, guardados todos ellos convenientemente y de forma práctica en un articulo tecnológico sin ocupar lugar y seguramente ahorrando mucho dinero; sino de varios objetos, reliquias, volúmenes, que las familias pueden pasarse de mano en mano, que cuenta algo del recorrido que cada uno de sus miembros ha hecho en la vida y en la lectura, que tiene adentro ocultas, flores secas, cartas a algún ex novio, anotaciones manuscritas (si bien está la opción de insertar comentarios en el kindle, no se compara a la propia letra en tinta pinchando y rasgando la piel de los libros, tatuando pensamientos permanentes que luego otro podrá descubrir como a una civilización perdida más adelante). Los libros en papel son testimonios de época, los archivos son siempre nuevos por lo menos en la mayoría de sus aspectos. Los libros de papel contiene cosas que nos hablan de su contexto de producción, y eso es historia y es estética: si son cocidos o pegados, qué tipo de papel tienen, si son tapa dura o no, si son de bolsillo o no, etc. Si el papel es de un gramaje con glamoroso espesor, o un papel fotográfico, esmaltado y resbaloso, de los comics y libros visuales. Los libros pueden delatarte, ahí, ensimismados, esperando arrojar algún dato sobre vos a tus invitados, expuestos y a la vista, algún gusto o placer culposo, algún best seller romántico y muy rosa o un libro de autoayuda que empiece con "Descúbrete" o "Ilumínate". Los libros de papel ocupan un lugar, un volumen, una contundencia que el conveniente archivo o pdf no puede acariciar ni asir. Los libros de papel tienen peso, y pesan. Desafían la gravedad, el espacio, el lugar. Ocupan.
Estos que ven abajo son solo algunos de mis tesoros heredados, alguno de ellos no me explico qué hacían en mi casa (Qué hace una novela malísima y genial como Coleccionista de Hombres en una casa donde nadie consumía esa literatura, ¿quién la puso ahí?) Caprichoso inventario es la biblioteca privada de una casa o una persona. Cuando entro a la casa de alguien lo primero que miro es si tiene libros y cuáles tiene. Las colecciones de la gente hablan de la gente. Son, como dice Calvino, esas cosas que rescatamos del vértigo de todos los días y las apartamos para que no se pierdan. Me da la impresión de que los archivos, en la medida en la que se guarden, nunca están en el mismo riesgo de ser extraviados, y siempre son más fáciles de reproducir; pero los libros de papel tienen algo de fatal.
Por eso no pueden morir. Los libros de papel se parecen a los vicios: son una carga pesada, maravillosamente adictiva, y a menos que digamos "basta" nos siguen a todas partes. Igual que las cuestiones de salud, algunas hasta se heredan. 
Pero no es heredar sobre lo que se basa esta cualidad del libro como "cosa". Es que el libro de papel habilita algo que el digital dificilmente pueda. El libro como cosa circula, pulula, lo conozcamos o no, se pasa de mano en mano, se pone en cajones y va a parar a lugares insospechados, con su cubierta, su polvo, sus letras, y entre todas las demás cosas, podemos un día encontrarlo y si tenemos la suficiente curiosidad abrirlo, para que nos guste, o para que no. Cuando queremos un libro en kindle, los buscamos, hacemos click, y ese libro lo tenemos almacenado en nuestro chiche. En una librería, en una biblioteca heredada, cuando un amigo te regala un libro, puede llegar a ocurrir algo: puede ocurrir un accidente, toparse con algo, que no iba a ser elegido, que no estaba planeado, y que sorprende como un botón nunca lo hará. Los archivos en un kindle son obedientes, los libros palpables se permiten, cada tanto, la posibilidad de escabullirse.
Colección Historia de la Argentina de Diario Crónica. Son fácil 80 fascículos. 
De mi hermano, Socorro, de la inmortal Elsa Borneman.


Cuando sepa de que van les cuento...

¿Se acuerdan de Bonanza? Volvió, en forma de novelas. 

Hitchock tiene novelas de misterio para adolescentes. 

No los leí en mi vida, solo conozco el autor de el del medio y al tercero encuadernado que es La vida es sueño de Calderón.
Editorial Losada. 


Pulp Fiction: novelitas de acción, aventura y sexo sin sentido.




Cuatro librotes finitos con dos cuentos clásicos cada uno. Los cuatro venían en su estuche y mi mamá me los leía para hacerme dormir. 


Opinar


¿Creyeron que me había ido? Nada de eso. 

Es importante para mí reflexionar sobre la acción de opinar. Quiero aclarar que por supuesto que no es lo mismo opinar sobre algo en lo que la subjetividad y el capricho es legítimo (me gusta o no tal película) como en temas más densos que requieren mayor rigor (la política, la economía, la ciencia, etc.) Sobre todo a esta última categoría me voy a referir. 

Luego de casi dos meses en el que llevo este blog me percaté de algo. Las entradas más vistas de este blog no son narraciones folletinescas como Glorias del desempleo ni reseñas de libros, sino opiniones mías sobre temas diversos como "la escritura" o "el trabajo". Textos de opinión. ¿Será que lo que digo sobre algo se tiene en cuenta? 
Al principio me pareció raro pero después se lo atribuí a que: o mis opiniones son interesantes o se debe al extraño, seductor y siniestro amor hacia el "pa mi qué" de las personas, el cual es, aunque no me gusta el término "un síntoma de época". A la gente le gusta opinar. Opinar bien, opinar mal, opinar. 
No es que ansíe épocas oscuras en las que los privilegios dotaban de voz a unos por sobre otros, nada de eso. Vivimos en ese sentido una era maravillosa, en la que buena parte del planeta está alfabetizado, cada día más gente lee según estadísticas (sobretodo el público infantil-juvenil, incluso más que la tercera edad que cada día lee menos). Las redes sociales y las plataformas on line (a las pruebas me remito) logran que cada vez más y de forma más fácil la gente exprese su opinión, 
Lo bueno es que hoy todos pueden hablar. Lo malo es que hoy todos pueden hablar. 
Decimos todos y la sensación que nos calienta el pecho es de un loable espíritu inclusivo, lleno de consideración por los espacios brindados a nuevas voces para que los ciudadanos, los individuos, expresen lo que piensan, y defendemos eso como un derecho y una libertad civil inalienable. Lo es, pero no es precisamente ese paraíso que tenemos en mente. No es un paraíso. No hay un paraíso, y comparar cualquier cosa con el paraíso es una trampa. Ese todos en realidad quiere decir cualquiera
Elitismo es una de esas palabras que tiene tanta mala prensa que la gente ni siquiera se la permite analizar, porque ha elegido seguir la opinión bobalicona y disque-progresista de quien tacha esa palabra de opresora, en lugar de intentar reflexionar. 
El diccionario define élite como un grupo selecto y minoritario de gente que se considera la más capacitada para una tarea. Ha habido élites políticas despóticas, o élites sociales cuyo conservadurismo no les ha permitido ver la realidad sin prejuicios, pero no se puede afirmas que el elitismo sea malo en si mismo si por elitismo queremos decir "capacidad". 
Ya no podemos volver (ni debemos) a la época del absolutismo monárquico, cuando los únicos que opinaban eran algunos universitarios, hombres (la mujer estaba más complicada), ilustrados, con ideas liberales sobre libertades civiles y reducción de los poderes de los monarcas, siempre amenazados por la guillotina o el escarnio público. Hoy hay muchas menos amenazas en muchos menos países, y ni siquiera la dictadura perfecta puede evitar que se filtre información. Información hay por todos lados, lo que falta es "formación". Ya no hay represión, pero tampoco hay élites, minorías (si, que suena muy poco democrático) capacitadas por lo racional de sus argumentos y su bagaje para no solo opinar, sino que su opinión sea tenida en cuenta. 
Sea el canal que sea hoy vemos famosos opinando sobre los temas más diversos, casi "puestos" a opinar sobre temas delicados y controversiales, cayendo en la falacia de que si son famosos su opinión debe ser considerada especialmente, o como si existiera la máxima de que si actúan bien en el cine o en el teatro también tienen que opinar con inteligencia. Un poco parecido al acto snob y cruel donde la gente se regodea pidiéndole opinión sobre literatura a una modelo famosa, una chica que independientemente de sus muchas o pocas luces oficia de linda y no de inteligente y por lo tanto burlarse de su incultura o desconocimiento supone un acto de soberbia (no así cuando es la figura en cuestión quien se lanza desembozadamente a opinar sobre algo sin saber, en cuyo caso creo legítimo arremeter contra la misma). 
Todos hablan, y me parece llamativo que en tiempos de censura y persecución fue lo que dijeron unos pocos intelectuales perseguidos lo que hizo avanzar al mundo a épocas de mayor bienestar. No hubo muchos Galileos y tampoco los hay ahora. Hoy hay más libertad que nunca para hablar, y lo que oigo en general son idioteces, y no tiene que ver con opiniones con las que pueda o no estar de acuerdo, sino con argumentos falaces, que apelan a "lo dice todo el mundo", "en todos los países es así", "cuando pasó esto pasó esto otro por lo tanto lo primero causa lo segundo", etc. Eso demuestra el fracaso de la educación escolarizada, que ha creado habladores pero no intelectuales; no personas críticas sino ovejas que siguen la opinión de alguien más porque suena mejor; que no pueden pensar más allá de un programa de saberes estipulados fijado por un Ministerio. En las escuelas, públicas y privadas, no se enseña a pensar, se enseña a repetir, a seguir el apunte, a seguir el manual, a citar una "fuente especializada" como si fuera un talismán que nos protege del ridículo. 
De todas formas, seamos justos con el común de la gente. Hay una razón para esto: no toda la gente quiere pensar tanto y esto no quiere decir que sean idiotas. Es una cuestión de economía del tiempo: como no pueden pensar mucho o no quieren, siguen la opinión de personas que parecen más inteligentes opinando o cuyas opiniones son seguidas por la mayoría, para ahorrar esfuerzo y energía. Pero esto no justifica lo cretino de la acción. 
Se produce la paradoja de que épocas peores del mundo han dado a luz a individuos fascinantes de un conocimiento y razonamiento únicos, y en aras de que todos podamos acceder a esos conocimientos hemos logrado generaciones y generaciones de individuos que tienen que verse obligadas a pensar todos lo mismo, en vez de todos "más y mejor". Fomentar el ansia de conocimiento para opinar en todos los individuos del planeta ha sido un fracaso. Porque opinar es un derecho, pero no siempre que tenemos un derecho es bueno usarlo. ¿Será que cuando opinar traía consecuencias más severas, es decir, más costosas, la gente se cuidaba mucho más a la hora de esbozar una opinión en público porque asumía riesgos mayores? ¿Es nuestra vida fácil y nuestra lengua mega-habilitada para todo la responsable de nuestro vacío mental e irresponsabilidad intelectual?
Hace tiempo yo reventaba de ira cuando escuchaba un estupidez en reuniones o incluso entre mis seres queridos. Intentaba repartir argumentos como quien reparte cachetazos, y solo conseguía desgastarme tratando con el pensamiento fácil que hoy es el pensamiento único. El pensamiento fácil es encantador porque esta recubierto de palabras en voz alta, de tonos shakespeareanos y consignas que llenan plazas pero no neuronas, y consolidan la aplicación del sistema de rating a la hora de visar o no una premisa. Un día me cansé y decidí resguardarme. Me volví bastante más humilde y reflexivo, y concluí que en esta época hay tanto ruido que necesitamos del silencio para leer y pensar. "No tengo una opinión formada, debería investigar y pensar un poco más" se convirtió en una frase querida para mí, porque es un acto de individualidad, no de cobardía. Es anteponer a la polémica no la opinión, la necesidad de pensar, más allá de una pancarta, más allá del "derecho a hablar" por sobre todas las cosas. Llegué a comprender además que yo también estaba contaminado por ese modus operandi. Es importante defender ideas, pero como diría el escritor y periodista José Benegas, discutir es un acto de confianza y es ponerte en pie de igualdad con otro. Si sentís que esto no es así, si no confiás en la persona con la que discutís o te sentís más inteligente (con razón o no) no pierdas tiempo. En el peor de los casos constituye un acto de pedantería y en el mejor de un acto de masoquismo seguir con esa conversación. Nadie puede arrastrarte a opinar, como no hay poder que pueda obligarnos a testificar contra nosotros de forma legítima. 
Aprovechemos la inmensa capacidad de informarse que hay hoy gracias a la tecnología, y procedamos como si las palabras estuvieran tarifadas. En vísperas de una fecha patria, como dijera un prócer, hablemos cuando lo que estemos por decir sea mejor que el silencio. Con la misma libertad de la que gozamos ahora para publicar, me gustaría cierto elitismo en la medida de que los referentes para opinar sean menos y mejores. 
Alerta: la negación de esto que digo es otra falacia muy en boga, que es creer que como lo dijo fulanito, que pertenece a la élite, debe ser verdad (La "falacia de autoridad"). No, no, no se crean que lo pongo en términos tan fáciles. La pelotudez exige la eterna vigilia, incluso si eso implica estar alerta de quienes creemos que son capaces. No señores, ni opinar a los gritos ni lealtad eterna a quien opine con excelentes modos y una enorme biblioteca. No planteo renunciar a la posibilidad que todos opinen como no sostengo la lealtad absoluta a  lo que dice un supuesto bienpensante. Yo planteo la no lealtad. 
Pero a mí no me sigan la corriente. Esta es solo una opinión... O no.