Los morbosos lo conocemos: BUTTMAN, el architípico sex shop de la zona de Once, en CABA, acaba de innovar fuertemente en las últimas semanas. A su mega local de vitrinas repletas de una gran variedad de juguetes sexuales, con luces bajas y maniquíes que hacen las veces de inmóbiles amantes convenientes, se le suma otro atractivo, uno que cumple con todas las virtudes que puede requerir una estrategia de comunicación pregnante: sus nuevas "confesiones".
Cada semana los seguidores de BUTTMAN envían sus confesiones sexuales más sórdidas al Instagram de la marca, y estas confesiones son publicadas en las historias. Se trata de una pléyade de secretos, aventuras clandestinas, anécdotas con juguetes, tríos, morbos personales, infidelidades, palabras soeces y guarangas, que tiene a los buttmanianos bien calientes, deseosos de darse una vuelta por el gran local de Corrientes 2021. Incluso ya están pidiendo frenéticamente armar un grupo de whatsapp con todos los recientemente adictos a las confesiones en BUTTMAN, y a pesar de que la marca se ha negado a crear el grupo en un primer momento, ya que las confesiones son anónimas, lanzó una encuesta para testear esta posibilidad y el resultado fue un abrumador 92 % afirmativo.
Soy gran cultor de la pornografía (entendida no solo como videos en internet, sino como libros, textos, etc), pero que los seguidores de la marca se relacionen entre si contándose sus chanchadas más top secret es algo que me parece sencillamente curioso y fascinante. BUTTMAN ha logrado que sus consumidores creen en cosa de un par de semanas una especie de comunidad en Instagram, de individuos más o menos conectados entre sí se suelten y aprovechen para contarse intimidades, como una especie de cofradía de morbosos que en el anonimato se sienten liberados para comparar con otros sus perversiones y manías, incluso haciendo pedidos explícitos de conocer a "el que hizo el trío tal" o "el que tiene ganas de probar tal cosa", acariciando la ilusión de que el confesionario sea una especie de solos y solas hardporn. Los adeptos leen las confesiones en el baño, sus trabajos, la facultad, las leen incluso en pareja o con sus amantes, y hasta han afirmado que contarse sus historias ha desatado en sus compañeros de camas verdaderas ínfulas que devienen en horas de sexo de calidad. ¿De donde sale esta cálida y generosa confraternización de puerquitos y puerquitas? Todos tenemos una historia que contar y una fantasía inconclusa y/o realizada.
La confesión, el talk show express, el "a mí también me pasó", como concepto, crea la ilusión (o acaso... ¿realidad?) de comunión e identificación con los otros, abrigados todos bajo el paraguas de la marca que posibilita esa experiencia (palabra clave en el mundo del marketing de hoy, donde las marcas no llegan al consumidor final solo con publicidad tradicional como un aviso, sino con contenidos que puedan ser de interés para el susodicho, como una inducción a la compra). Asistimos pues al fenómeno sexy, como sacado de una película de Tinto Brass, de que unos genios de las redes le han sacado el 100 % de efectividad a promover un espacio para que sus potenciales clientes se sientan libres y sin prejuicios de calentarse entre si, simplemente con el mero acto de la confesión, de escribir, incluso de "contar", sabiendo que hay lectores frescos para sus andanzas, y sintiendo que la oportunidad de confesarse inevitablemente los vuelve protagonistas frente a la mirada de. El sexo no solo vende, sino que une, y eso es algo que BUTTMAN ha aprovechado de forma audaz.
Mis felicitaciones a las cabecitas calientes detrás de esta estrategia, y que sigan las confesiones más calientes.
¿Y vos? No seré BUTTMAN, pero quisiera saber tu fantasía. ¿Qué es lo más loco que hiciste alguna vez con alguien? Bienvenido sean los espacios sórdidos para susurrar actos sucios, porque el mundo nos lo debe.
Cada semana los seguidores de BUTTMAN envían sus confesiones sexuales más sórdidas al Instagram de la marca, y estas confesiones son publicadas en las historias. Se trata de una pléyade de secretos, aventuras clandestinas, anécdotas con juguetes, tríos, morbos personales, infidelidades, palabras soeces y guarangas, que tiene a los buttmanianos bien calientes, deseosos de darse una vuelta por el gran local de Corrientes 2021. Incluso ya están pidiendo frenéticamente armar un grupo de whatsapp con todos los recientemente adictos a las confesiones en BUTTMAN, y a pesar de que la marca se ha negado a crear el grupo en un primer momento, ya que las confesiones son anónimas, lanzó una encuesta para testear esta posibilidad y el resultado fue un abrumador 92 % afirmativo.
Soy gran cultor de la pornografía (entendida no solo como videos en internet, sino como libros, textos, etc), pero que los seguidores de la marca se relacionen entre si contándose sus chanchadas más top secret es algo que me parece sencillamente curioso y fascinante. BUTTMAN ha logrado que sus consumidores creen en cosa de un par de semanas una especie de comunidad en Instagram, de individuos más o menos conectados entre sí se suelten y aprovechen para contarse intimidades, como una especie de cofradía de morbosos que en el anonimato se sienten liberados para comparar con otros sus perversiones y manías, incluso haciendo pedidos explícitos de conocer a "el que hizo el trío tal" o "el que tiene ganas de probar tal cosa", acariciando la ilusión de que el confesionario sea una especie de solos y solas hardporn. Los adeptos leen las confesiones en el baño, sus trabajos, la facultad, las leen incluso en pareja o con sus amantes, y hasta han afirmado que contarse sus historias ha desatado en sus compañeros de camas verdaderas ínfulas que devienen en horas de sexo de calidad. ¿De donde sale esta cálida y generosa confraternización de puerquitos y puerquitas? Todos tenemos una historia que contar y una fantasía inconclusa y/o realizada.
La confesión, el talk show express, el "a mí también me pasó", como concepto, crea la ilusión (o acaso... ¿realidad?) de comunión e identificación con los otros, abrigados todos bajo el paraguas de la marca que posibilita esa experiencia (palabra clave en el mundo del marketing de hoy, donde las marcas no llegan al consumidor final solo con publicidad tradicional como un aviso, sino con contenidos que puedan ser de interés para el susodicho, como una inducción a la compra). Asistimos pues al fenómeno sexy, como sacado de una película de Tinto Brass, de que unos genios de las redes le han sacado el 100 % de efectividad a promover un espacio para que sus potenciales clientes se sientan libres y sin prejuicios de calentarse entre si, simplemente con el mero acto de la confesión, de escribir, incluso de "contar", sabiendo que hay lectores frescos para sus andanzas, y sintiendo que la oportunidad de confesarse inevitablemente los vuelve protagonistas frente a la mirada de. El sexo no solo vende, sino que une, y eso es algo que BUTTMAN ha aprovechado de forma audaz.
Mis felicitaciones a las cabecitas calientes detrás de esta estrategia, y que sigan las confesiones más calientes.
¿Y vos? No seré BUTTMAN, pero quisiera saber tu fantasía. ¿Qué es lo más loco que hiciste alguna vez con alguien? Bienvenido sean los espacios sórdidos para susurrar actos sucios, porque el mundo nos lo debe.
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ResponderBorrarMegusta hacerle de todo en la cama tener cada fantacia atarla vendarle los ojos y darle pija por astras y adelante. Y cudome chupa eya ponerme ducedeleche y agararrle el pelo cuando la pongo en cuatro eso y mucho mas
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