GLORIAS DEL DESEMPLEO (Parte III: Cosas que no escucharíamos si estuviéramos trabajando)

Así fue como con la morocha comenzaste a disfrutar estar solos, juntos, absolutamente desempleados, inútiles, inservibles; sin la necesidad de aprender rápidamente y con maestría milimétrica ninguna cosa y así pudiste comprobar que el ocio y el amor van de la mano, aunque estemos hablando de ese momento en el que no hacemos nada más que mirar a una compañera de laburo en el laburo, aunque estemos manejando en la ruta y en un semáforo en rojo nos percatemos de que está buena la del auto contiguo, aunque estemos haciendo algo puntual, los minutos, milésimas de amor, son consagradas a esa hoguera maquiavélica y excitante de la haraganería. 
Sabrína la morocha, tu morocha, te cuenta que es de Bahia Blanca, que vino con su familia para Buenos Aires de muy chiquita y que el padre se puso un almacén y la madre cosió para afuera hasta que se cansó y empezó a ayudar al padre en el negocio que ella, por supuesto, no quiso seguir para evitar la alienación familiar. Estudio Arte Dramático, es decir que obtuvo un flamante título que no le facilitó nada y con el que no consiguió nada, y aunque era una actriz frustrada no quería volver a actuar. 
Al despertarse, bosteza con sonido como la parodia de una cantante lírica y estira todo su cuerpo delgado como un gatito (que dicho sea de paso, ella esta alimentando todos los días que se queda en tu casa comprándole atún). 

Seguís sin contarle a nadie que te echaron solo a Juani, a quien además le contás que te estás gastando tu último dinero en este nuevo estilo de vida de no esforzarse por conseguir trabajo. 
_ Boludo, pará, te van a tapar las deudas. La tarjeta, las expensas, el ABL. Boludo, va a llegar un momento en el que no vas a tener ni para comer...
_ Yo se eso _ le contestás _ pero no me importa. No sé cómo explicarte. No me da más miedo que me pueda pasar lo peor que me pueda pasar: siento que mordí la manzana de el ocio y ahora veo claro todo. Juani, venimos a este mundo tan poco tiempo para laburar tanto... No digo que esté mal, pero, ¿puedo elegir otra cosa?
_ Te vas a perjudicar...
_ Todas las mañanas despierto, a veces con el cuerpo en bolas de esta morocha increíble, a veces solo. Desayuno mate con tostadas viendo la tele, calentito en mi living, con el gato. Hace una semana que no uso la SUBE para ninguna cosa. Garcho que no te puedo explicar, garcho todas las horas que de otra manera tendría que gastar laburándo...
_ Invertir laburándo...
_ Lo que sea. Sabrína boludo, ¡Sabrína! Todas las noches, después de que yo leí y escribí todo el día o vi videos boludos en youtube, ella viene a mi departamento a hacerme companía y se está quedando a dormir conmigo día por medio... ¿Por qué no venís hoy a conocerla, y de paso nos vemos? Te dejo, está viniendo. 

Sabrína te enamora. Comés lo que ella come, te bañas donde ella se baña, cogés donde ella coge: encontraste una compañera para ser inútil. Te cuenta que trabajaba como vendedora en una librería de usados y la echaron cuando una clienta le llamó "burra".
_ ¿Cómo que te echaron por eso? _ le decís, fumando un pucho, tirados en la cama semi en bolas, con su larga cabellera enredándose ensortijadamente en el pelo de tu pecho.
_ La vieja _ dice ella, sonriendo con su boca de maquillaje corrido _ buscaba un libro de Pierre Rosanvalón. 
_ ¿Quién es Pierre Rosanvalón?
_ Yo qué se. La cuestión es que lo pongo en el buscador como "Rosamvalón". Y la vieja, porque no hay nada más despótico y tirano que las viejas de mierda con setenta años y toda una vida de ser doncellas en un castillo que no existe, me dice con voz gritona "¿Qué les enseñan en las escuelas? Querida, vos sos burra? Después de "n" va "v" y después de "m" va "b". ¿Hay que explicártelo? Yo fui docente cincuenta años, y me doy cuenta que ahora no saben nada". La miro a la señora, que era la cliente número 8.000.000 que me tenía la concha echa una percha de plástico de lo endeble que estaba, y le digo "Si, es correcto lo que usted dice. Pero es arregla ortográfica se invalida en los nombres propios, que pueden tener "mb" o "nv" vieja hija de una ballena llena de Pinocho y putas". Se ofendió. Empezó a gritar, a  decir que era una grosera, y yo ya estaba harta. No hay nada peor que vender. 
_ Tú lo has dicho _ decís, secándote las lágrimas después de reírte a carcajadas por lo graciosa que es Sabrina, la morocha. 
_ No me malentiendas eh, no es de zurdita toma-colegios. Lo contrario a vender son los garrotes. 
_ Tu lo has dicho _ repetís, porque es brillante y tan alejada de las minas-cliché con babuchas, paños en la cabeza, anillos de coco, y esas ropas baratas de ferias americanas.
_ Pero admitamos esto: tener que convencer es una mierda. Yo a veces pienso que es nuestra herencia cavernícola. Somos del garrote, nos tiembla la mano siempre porque tenemos ganas de usarlo. Nos rompe los huevos tener que estar convenciendo, argumentando, razonando. Es lo correcto, pero es agotador. Cuánto más gratificante es darle un revés con la mano a una de estas viejas de mierda. Venimos de eras complicadas, y eso no se quita con un poco de civilización. Y yo soy así: no me aguanto mucho tiempo que pase algo que no me gusta que pase. 
_ Este país tiene eso; no razonamos ni argumentamos porque ya volvimos a los cavernícolas. 
Luego de la disertación el polvo numero tres. Después, enjabonarle las tetas, la cintura, la espalda chiquitita, es un placer solo superado por las papas fritas caseras que preparas mientras ella te mira, para comer con ella como un aperitivo, mientras suena la banda sonora de Ultimo tango en París, de Gato Barbieri. 
Ya quedan dos mil pesos menos que con los que te fuiste de tu laburo. $ 18.000. Comida, postres, forros, lubricante, jabón para lavarle las tetas a tu chica, nada de lujos. Pero se acaba, y cuando eso pase, ¿qué va a pasar?
_ Hace días que nos vemos, vemos tele, cogemos un montón, comemos como chanchos, y la plata se va. Y no pienso buscar trabajo, obvio pero... ¿qué hacemos cuando se acabe?
_ No sé... _ dice Sabrína, fumando en el balcón, mientras el gato le lame los pies _ No lo sé...
_ ¿Tenés miedo?
Y de nuevo el grito se oyó...
_ Ahora sí. Otra vez ese grito... 
_ Creí que era mi vecino pero no... 
_ ¿Vamos a ver? A ver, vamos... _ dice ella, decidida, como toda una Agatha Christie que se ha pagado una extraordinaria intervención quirúrgica. 


Salís al pasillo, son las 15:30 hs. Dentro de poco todos los empleados comenzarán a volver a sus casas.
Es al fondo, sin dudas. Es el D. 
_ Sabri, no vayamos.
_ ¿Por qué no? Mirá si alguien necesita ayuda...
En el futuro, te vas a preguntar cómo pasó. Cómo pasó que abandonaste la vagancia y estar tirado, que es lo único que importa en esta tierra, por ir a ver lo que le pasa alguien desinteresadamente, solo porque gritó, solo porque hizo ruido, solo porque tiene las terminaciones nerviosas suficientes como para sentir emociones, sensaciones, problemas, angustias, trabajar, envejecer. Querés seguir, rascándote las pelotas, llenando tu boca de azúcar y grasa y tu panza de harinas, sobretodo ahora que encontraste a una persona hermosa a la que no solo no le importa si no que lo comparte con vos, y sin embargo, a pesar de que la hacés quedar a tu chica como a una heroína empedernida que se hace la Bati Chica y te arrastra con ella, vos también sentís esa pulsión moral, la misma que sentías cuando estabas tirado y llegaba tu ex a recriminarte por que no habías lavado los platos, la misma que sentís cuando estás tirado y alguien te llama "vago", te dice "trabajá, bueno para nada"; se lo pasa uno muy bien siendo un inútil, un mueble más de tu departamento, pero esa voz, esa voz que nos dice que en algún punto lo correcto, la vara, es trabajar y tener intereses éticos por el puto prójimo, esa hidra amorfa que nadie conoce, ni vio jamás, ni le dirigió la palabra. 
_ Hola _ dice Sabrína, después de golpear con su pequeño puñito la puerta. 
_ Sabri, vámonos _ decís _ No me gusta esto, ¿qué hacemos metiéndonos?
_ ¡Shhh! ¿Qué preferís? ¿Estar en el trabajo? Si no estuviéramos desempleados nunca la habríamos escuchado. 
_ "¿La"?
_ Para mí es una mujer. Holaaaa...
_ No, preferiría no estar en el trabajo, ni estar acá, preferiría estar en mi sillón. 
Sabrína te mira. Esa mocosita que hace una semana que comparte con vos los placeres mundanos de gastar el dinero de forma tosca y de comer y coger te mira inquisidora, como te miraría tu mamá y tu papá, gente que trabajó toda su vida, si supieran que te echaron. Pensabas que nunca más nadie te iba a ver así, pero esta chica no es muy distinta al resto de la gente. Por un instante te sentís estafado, y ya no te sentís en ese Nirvana de paja que te armaste al costado de la ruta por la que pasan los que tienen trabajo. 
_ No estamos levantando vigas en una obra. Estamos viendo si le pasa algo a esta chica. 
El picaporte temblequea y la puerta se mueve.
Tras de la puerta, primero de espaldas, exhibiendo unas muñecas cruzadas atadas con una soga, y luego de frente, mostrando una nariz rarísima, una cara flaca y de pómulos marcados y unos ojos cono de vaca, ella: tu peor pesadilla. 
Esa noche, cenaste con ella y tu chica en tu casa, y para esa cena de tres gastaste $ 400 pesos en el guiso de lentejas más rico que habían comido en mucho tiempo. 
Antes de rescatarla de su prisión, medio drogada y con fuerza solo para pegar un par de gritos antes de ser rescatada, después de ser rescatada y durante su rescate, pudiste observar brevemente como era el Departamento D por dentro: es curioso como las cosas que compramos no solo dicen cosas de nosotros, sino que vaticinan nuestro destino de una forma extraña y morbosa: una publicidad antigua como de los 50´s, en francés, con una divertida caricatura de una mujer dientuda recibiendo un puñetazo, una especie de revestimiento echo con barras de acero en una pared blanca, un sillón de cuero enorme a la que algún alma perversa le había agregado apliques metálicos como tachas con forma de corazón, una lámpara echa con botellítas de alcohol agujereadas, pintadas de rojo. 
Esa noche son cuatro a la mesa: Vos, Sabrina, Juani y esta nueva persona: Gloria. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario